Fidel
Castro si congratula con il presidente rieletto dell'Ecuador
L'Avana,
27 mag (Prensa Latina) Il leader storico della Rivoluzione cubana,
Fidel Castro, si è congratulato con il presidente rieletto
dell'Ecuador, Rafael Correa, che ha assunto l'incarico per un nuovo
mandato fino al 2017.
"Caro
Rafael, mi congratulo per il tuo discorso coraggioso e per la grande
autorità morale e politica con la quale assumi nuovamente la
presidenza dell'Ecuador", dice il messaggio del venerdì,
inviato da L'Avana.
"Ho sentito la fermezza della tua
voce quando condannava inconfutabilmente il bloqueo economico contro
Cuba", ha aggiunto.
"Qualunque sia la durata della
movimentata storia della nostra specie, nessuno potrà mai dimostrare
che i grossolani interessi materiali saranno in grado di creare
cittadini più virtuosi ed onesti", dice il leader cubano nella
sua lettera al dignitario ecuadoriano.
“Una idea giusta dal
fondo di una grotta è più potente di un esercito, ha detto
l'apostolo della nostra indipendenza”, ha ricordato.
Nella
conclusione del suo messaggio con un abbraccio di saluto, il
presidente Fidel Castro ha detto: "Mi congratulo con te per il
tributo giusto e sentito ad Hugo Chavez, che ha amato tanto
l'Ecuador".
Ig/ogt/yp
ECUADOR
EN EL NUEVO MANDATO DE RAFAEL CORREA
Entrevista
de la Revista Bohemia de Cuba a Alexis Ponce
Periodista
Susadny González 24.05.2013
¿Podría
especificarme su cargo actual o función dentro del Gobierno?
Soy
defensor de DDHH y en la actualidad, asesor social del compañero
Walter Solís, Secretario Nacional del Agua.
Ciertos
analistas sostienen que después de la muerte de Chávez, Rafael
Correa emerge como el nuevo líder del continente. ¿Comparte este
criterio o vislumbra un liderazgo más colegiado en la región?
Comparto
el criterio de mi Presidente, quien
públicamente expresó su
desacuerdo con que la oligarquía mediática global lo sitúe como
“el nuevo caudillo” a la muerte de Chávez. Rafael ha
dicho claramente que no le interesa liderar absolutamente nada, sino
“servir a nuestras patrias pequeñas y a la Patria Grande, nuestra
Latinoamérica”.
Ahora
bien, en una perspectiva histórica, e independientemente de la
correcta postura personal manifestada por nuestro “Mashi”, como
lo llamamos muchos en Ecuador (“mashi” en quichua:
amigo, compañero), es indudable que el Presidente Rafael Correa
se ha ido convirtiendo, a pasos acelerados, en un referente del nuevo
liderazgo continental, reconocido así por aliados y adversarios en
buena parte del mundo.
Hace
seis años escribí algo que me parece sigue vigente y se potencia
cada día: sostuve que Correa tiene una cualidad regional inédita:
ser un líder que, por su personalidad natural y su sólida formación
académica, unifica como una bisagra geopolítica las
identidades de las grandes regiones del continente: el norte y el
centro de Sudamérica, el Caribe y el Cono Sur.
A
propósito del liderazgo colegiado, es acertada la tesis de nuestro
querido compañero Álvaro García Linera, Vicepresidente de Bolivia,
quien señaló en octubre de 2012 que “nuestros
procesos no amarran a un modelo exclusivo, sino que son búsquedas
plurales con velocidades y densidades diferenciadas para desmontar la
maquinaria neoliberal y que se juntan unos con otros y forman un
torrente que converge”.
Es obvio que, bajo esa dimensión, como sucedió en las luchas de la
Primera Independencia con Bolívar, San Martín, Morelos, Artigas,
Sucre, Martí, Morazán y otros, hoy tenemos en Latinoamérica un
potente liderazgo colegiado: Rafael, Lula, Nicolás, Evo, Cristina,
Raúl, Dilma, Daniel, Mauricio, Pepe...
“El
Mashi”, como todos los heterogéneos
jefes de estado de la nueva Latinoamérica, es un líder en proceso
permanente de construcción regional: se va formando cada día como
un estadista supranacional con fuerte impacto generacional y en la
gente sencilla, de a pie, en lugares tan disímiles como Caracas,
Milán, Madrid, Buenos Aires o La Habana.
¿Cuál
es la visión que en su país se tiene hoy del presidente Rafael
Correa? En su opinión cuáles son algunas de sus fortalezas para
conducir un proyecto de gobierno como la Revolución Ciudadana y el
Buen vivir que defiende.
La
visión del ciudadano de a pie es que tenemos, y así es, un
presidente 100% ecuatoriano, que lleva en sí mismo las identidades
de las cinco regiones del país, que siendo costeño tiene mucho de
serrano, que siempre cumple lo que dice, que trabaja de sol a sol,
sin descanso (recuerdo que a Fidel en Cuba el pueblo le decía “el
Caballo”, por la forma de trabajar y de darse), que se conoce
cada palmo del territorio como pocos presidentes (quizás Alfaro o
Velasco Ibarra), que es muy tierno y delicado con los humildes y muy
severo, casi “un diablo” con los poderosos, que es amoroso con
los pobres y los niños, y a la vez apasionado y enérgico ante
las injusticias y las trabas del día a día, con una voluntad
indomable, un pragmatismo que no eclipsa su gran idealismo, y sólidos
conocimientos de estadista del nuevo tiempo. El 30-S lo vi crecer a
la altura conmovedora de la historia de América Latina. Si fuese
colombiano, la gente le diría “¡es un berraco!”. Creo
que sintetiza un acumulado nacional de décadas, eso es lo que no
entiende la oligarquía mediática golpista, es decir reúne las
fortalezas históricas y ‘ese misterio humano’ que es el
carisma, de tres hombres que lo antecedieron: Eloy Alfaro, Velasco
Ibarra y Jaime Roldós.
Sus
ideas, frases y decires, se repiten y recuerdan en muchos espacios,
publicaciones y eventos por doquier. Y si “las ideas son a
prueba de balas”, es que el hombre ha vencido. Quizás, ya como
cosa mía, digo que le hace falta, un poco, volver a recuperar,
después de algunos años de ejercicio del poder, esa cautivadora
ironía sonriente que enamoró a tantos y tantas, cuando era el
ministro de Economía más joven en la historia del país.
Su
principal fortaleza es el apoyo popular, real e impresionante, que ha
mantenido y aumentado con el paso de los años. Esa fortaleza
determina las demás: en primer lugar, la progresiva radicalización,
que en todo líder consecuente es notoria, como en el Fidel de 1961,
el Perón de 1955, el Chávez del 2001. Para conducir la Revolución
Ciudadana, el Gobierno y el horizonte estratégico del Socialismo del
Buen Vivir, esas fortalezas garantizan el avance, no sin dificultades
objetivas y subjetivas, de nuestro proceso, que es propio, sin anclas
a modelos previos, autóctono, que se hace al andar, y que, al decir
de Mariátegui, es creación heroica.
En
unos de sus artículos usted alude a la manera en que algunos
gobiernos progresistas parecen abocados a la búsqueda de un camino
alternativo al neoliberalismo. ¿De qué manera se ilustra ese
horizonte estratégico en su país?
Es
una inusitada ‘tríada’ la que vivimos hace años en el
continente y Ecuador: por un lado, es un momento de superación
definitiva del neoliberalismo, la fase salvaje del capitalismo
global; por otro lado, es un ‘tempo’ histórico de integración
irreversible y unidad continental como solamente tuvimos a inicios
del siglo XIX, en la ruptura definitiva con el imperio español al
cual derrotamos; y, finalmente, es un espacio de diversidades
juntadas como lo manifiesta ese intelectual ejemplar que es Álvaro
García Linera, para estructurar modelos, estados y sociedades
post-neoliberales.
Ese
horizonte estratégico y esa tríada, se ilustran en el país en el
desmantelamiento progresivo, pero acelerado, del neoliberalismo, en
las esferas económica, política, institucional, ideológica y
cultural -éstas dos últimas, las más complejas siempre-; el
desplazamiento de la oligarquía del control centenario del aparato
del Estado; la derrota táctico-estratégica de sus operadores
clásicos: los viejos partidos políticos y gremios corporativos más
emblemáticos; la configuración, también paulatina y acelerada, del
nuevo Estado, en un tiempo histórico donde conviven aún, como es
obvio, las dos formas estatales; la superación del “ethos”
neoliberal en la distribución de los ingresos y recursos, hoy
generados y multiplicados hacia la prioridad gubernamental que son
los derechos, obras y servicios sociales; la construcción de una
cada vez más sólida agenda exterior soberana, independentista,
multi-polar y latinoamericanista que dejó atrás, en el cajón del
olvido, al viejo colonialismo mental de la política internacional
ecuatoriana del período 1999-2005; los crecientes beneficios
estructurales y materiales a los más pobres, las capas populares del
país y, factor importante, presente en Ecuador como en el resto de
procesos gubernamentales de nuevo tipo, los crecientes beneficios a
la clase media, que se amplía inusitadamente. Pero quizás, lo que
mejor ilustra el horizonte estratégico, es el factor subjetivo: la
recuperación del amor propio, de la autoestima nacional, del orgullo
de saberse parte del Ecuador, la identidad de saberse un pueblo en un
país diferente y, en muchas cosas, mejor que el que tuvieron las
generaciones pasadas. Este país, más que edificios y obras
materiales, necesitaba esperanza. Y la empezó a retomar.
Nos
falta, obviamente, avanzar en esa necesidad de construir la
discursiva y praxis que “baje hacia” y “empodere”
a la población en la bandera estratégica más relevante que debemos
construir entre todos: el socialismo del buen vivir. Cuando
ese proyecto de largo plazo sea asumido profusamente por un pueblo
ansioso de participar, la cuenta regresiva del capitalismo marcará
un hito en la historia republicana. Pero considero impostergable
señalar que ese camino, cualquiera sea el nombre que adopte en el
resto de naciones fraternas, debe ser colectivo, regional, es decir
global, paso indispensable para vencer a escala continental.
Ud.
decía: “la Revolución Ciudadana se halla,
paradójicamente, en la hora crucial de las potencialidades y las
encrucijadas”. ¿Pudiera argumentar esa afirmación?
Esa
afirmación, en rigor, la sostuve en un trabajo que escribí en
noviembre del 2008; es decir, han pasado cinco veloces y profundos
años, razón por la cual deben contextualizarse y entenderse a la
luz de aquel primer año de Revolución Ciudadana. Aún no ocurría
entonces, el intento de golpe y magnicidio del 30-S, ni se
manifestaban, con la elocuencia de Angostura, los sectores fascistas
como el representado por el coronel (r) Mario Pazmiño en FFAA y,
sobre todo, en ciertas estructuras de la Policía; aún el partido
mediático no se consolidaba como la poderosa vanguardia global de la
reacción contra este proceso; tampoco se clarificaba, como hoy, el
papel que la historia habrá de calificar, de las ONG’s, los
partidos de la autollamada “única y verdadera izquierda”
y los movimientos indigenistas y obreristas que abandonaron la
lucidez y generosidad de los 80as y 90as, para ensombrecerse en la
neblina de sus propios límites, que los convirtió en un “Polifemo
anti-correísta” de mirada corta y odios estrechos, que les
llevó a apostar a favor de la intentona fascista del 30 de
Septiembre. La Revolución Ciudadana, en su difícil viaje colectivo
hacia el nuevo país, ha recibido las rocas, ataques y conjuras de
este cíclope que tiene, como en la mitología griega, varios otros
hermanos en el continente: los cíclopes que, con su solo ojo con que
ven la realidad, se oponen a Rafael, Evo, Nicolás, Cristina, Dilma,
Pepe y Daniel.
Ahora
bien, hay que entender que toda revolución -más aún las que van
surgiendo en el siglo 21- siempre camina entre potencialidades y
encrucijadas. No creo en la irreversibilidad definitiva de los
procesos, ni en la vida ni en la historia. Estamos en un momento aún
no definido ni definitivo de los procesos progresistas de América
Latina. Luego de lo ocurrido en Honduras y Paraguay nadie puede
sostener que tiene certeza de qué ocurrirá más tarde con los
intentos desestabilizadores en Venezuela, Ecuador, Bolivia,
Argentina, etcétera.
No
sería marxista -y creo serlo- si dijera que nuestro proceso es
‘irreversible’. Caminamos entre potencialidades y encrucijadas:
es el signo del destino latinoamericano. Apuesto a las
potencialidades, no faltaba más, pero las encrucijadas existen
siempre, menos para las estatuas de sal. Con todo ello, veo que las
encrucijadas se pueden definir y resolver a través de lo que hemos
dado en llamar, tanto por parte del gobierno y una gran porción de
la militancia de PAIS, como por parte de los movimientos sociales,
obreros, poblacionales y campesinos aliados, la Radicalización
del proceso.
¿Cuáles
se esbozan como tareas impostergables para el ejecutivo de Correa?
¿Dónde estriban a su juicio los desafíos de la nueva Asamblea?
En
el corto plazo la tarea impostergable para el Ejecutivo y
Legislativo, se estima que será la aprobación de las leyes
estratégicas, trabadas por la oligarquía mediática y la
partidocracia criolla antes de su derrota del 17 de febrero. Es
decir, las leyes de Comunicación, de Agua, de Tierras y, finalmente,
el nuevo Código Penal (y aparejado a éste, tendrá que aportar al
cambio estructural de la Fiscalía del Estado, que aún sigue anclada
a la vieja dimensión represiva de los 80as y a la visión policial
de la DEA).
En
el nuevo período presidencial del 2013 al 2017, teniendo como
nuestro sur (meta estratégica) al socialismo del buen vivir,
veo en el horizonte la construcción inicial de los pilares de
aquellas nuevas estructuras del país: el cambio de matriz
productiva, la democratización de la economía y los medios de
producción; el cambio de la matriz energética; la revolución
científica-tecnológica; el desarrollo de un estado democrático del
buen vivir desde los territorios; la revolución cultural y del
conocimiento (“Ciudad Yáchay” es la piedra fundacional de
aquella); y el fortalecimiento participativo de la sociedad.
Pero
considero esencial que en todos los plazos: corto, mediano y largo,
nuestro proceso genere más democracia que la ya generada y más
participación de la que ya existe, pues en este nuevo período
abierto por el triunfo aplastante del 17 de febrero, profundizar el
proceso de cambio político, social y económico, significa cuidarlo,
ahondándolo, puesto que por él hemos luchado millones de
ecuatorianos y ecuatorianas, para que no fracase ni en el cuatrienio,
ni tampoco en la siguiente década del 2020 al 2030, donde los
pilares fundacionales del socialismo del buen vivir empezarán a dar
los nuevos frutos.
En
esa perspectiva, los desafíos de la nueva Asamblea estriban en la
capacidad de generar una elocuente y masiva participación social y
ciudadana extra-parlamentaria, ampliando espacios incluyentes
inusitados a las organizaciones sociales y permitiendo que las
disidencias internas y externas se expresen para cualificar ese salto
dialéctico que implica el socialismo del siglo 21. La humildad y
la modestia son más bellas cuando más fuerte eres.
Hace
unas semanas el presidente hablaba de la necesidad de la crítica y
autocrítica a favor del proyecto en construcción. ¿Cuáles son a
su entender los principales señalamientos que se le pudiera hacer a
su Gobierno?
Solo
los dogmáticos y los sectarios desconocen el humilde poder de la
autocrítica. Rafael, semanas atrás, con acierto conceptual y
valentía corazonal llamó públicamente “a ejercer la
autocrítica para revolucionar la revolución”. No podemos
dejar solo al presidente Correa en este llamado. Es necesario hacerle
saber que cuenta con el apoyo militante, crítico y autocrítico, de
PAIS, de los funcionarios, de todas las fuerzas sociales organizadas
del país y Latinoamérica que apoyan la profundización
participativa y democrática del proceso.
Así
que más que señalamientos, que los hay, deberíamos hablar de
tareas a fortalecer y deudas a pagar: creo que a mayor ataque de los
golpistas, es pertinente más radicalización del proceso. El 30-S la
mayoría de la gente, que no tiene título Ph.D, fue la que salió a
morir por su presidente y a defender en la calle su vida. Así que a
mayor intolerancia del imperio, más participación social y
democracia, hacia y desde abajo. A mayor defensa del statu-quo,
más democracia participativa. A mayor ataque mediático, más
democracia comunicacional y entrega masiva de frecuencias, canales,
radios y periódicos a las organizaciones sociales y comunidades.
Las
mujeres deben tener su canal de televisión, las organizaciones de
trabajadores contar con una frecuencia nacional de radio, los
intelectuales con espacios propios en los canales incautados de
televisión, los defensores de DDHH que apostamos a este proceso
debemos obtener un programa de televisión propio, los comités de la
revolución ciudadana contar con periódicos y revistas de tiraje
nacional. Entre el 2013 al 2017 será necesario concretar esos
espacios de revolución cultural y democratización comunicacional.
¿De
qué manera se articula en Ecuador la ofensiva estratégica de las
elites luego de su intento por erosionar y desconocer las elecciones
presidenciales?
Aquí
ese intento “murió en el intento” como Lucio Gutiérrez.
Los estamentos fascistas y los grandes medios mercantilistas se
aislaron. Quisieron intentarlo, pero fracasaron. La derecha
intelectual, los grupos económicos más responsables y el candidato
que quedó en segundo lugar, estuvieron a la altura del momento,
fueron muy responsables y no cayeron en la trampa gutierrista,
socialcristiana y bucaramista. Por lo tanto, éstos no lograron
“caprilizar” al país.
Obviamente,
hay una matriz hemisférica y trasatlántica, no solo criolla, de
embate colectivo contra Rafael y todos los procesos gubernamentales
progresistas del continente, que activa un poderoso “lobby”
político-económico-mediático-académico-trasnacional (los
'think-tank’ de la reacción) que converge en estrategias de
acción mancomunada entre sus pares de la región para desestabilizar
al Mashi y también a los otros gobiernos del Eje del Mal,
bajo el esquema de las ‘revoluciones naranja´, con una
coordinación regional cuyas puntas de lanza son el Partido Popular
de España, la USAID, la NED, la Fundación CATO, la Fundación
Ecuador Libre, la Sociedad Interamericana de Prensa, el Grupo de
Diarios de las Américas, el Canal NTN24 de Colombia y, en la orilla
de “los derechos humanos del norte”, las ONG’s, la
CIDH-OEA, su Relatoría de Libertad de Expresión y las cortes que
dan la razón a las transnacionales y no a los pueblos.
Es
decidor que sectores fanáticos de ultraderecha que han perdido
espacio desde la consulta por la Constituyente en 2008, y que
perdieron abrumadoramente el reciente 17 de febrero, decidieran (como
entrenados en iguales matrices de las revoluciones de
terciopelo) cambiar el esquema y los escenarios. Apenas
perdieron, aparecen enquistados en redes sociales y parapetados en
espacios religiosos fundamentalistas, tanto católicos como
cristianos, han decidido “migrar” su discurso
antigubernamental a otras esferas, mutar como camaleones en pieles
diferentes y dar la pelea desestabilizadora con otras identidades: el
grupúsculo “14 millones”, inflado mediáticamente ex-profeso,
abandera la lucha contra “el diablo” (léase el Gobierno) en
todas las iglesias donde reparten octavillas contra la Revolución
Ciudadana promocionando movilizaciones contra supuestos, en el pasado
reivindicados -en la era febrescorderista (1984-1988)- por el
ultramontano grupo “Tradición, Familia y Propiedad”;
supuestos que han vuelto a resucitar, a través de ataques falaces
contra el Presidente por “alentar” la promiscuidad sexual, la
pastilla del día después, el matrimonio gay, etcétera, cuando es
notorio, en Ecuador y el mundo, que “el Mashi” es un
católico practicante.
Los
grupos pro-vida, financiados por lo más exacerbado de la extrema
derecha estadounidense del partido Republicano, Sarah Palin y los
pastores que dieron “hurras” a Bush, en su momento apoyaron la
campaña tendenciosa contra la Constituyente de Montecristi, atizando
un discurso cavernario a través de dos mujeres asambleístas que
tuvieron enorme caja de resonancia en los medios, para evitar la
democratización temática de los derechos. Y hoy, cuando perdieron
todo espacio público político, cuando han sido desplazados por una
nueva derecha, más homogénea, intelectual y moderna, salieron
del sepulcro para vestir sus blancas túnicas donde incuban el
golpismo de nuevo cuño.
Es
diciente que lo hagan a sabiendas que tenemos un nuevo Papa,
latinoamericano, y un jefe de Estado que fue el primero en saludar y
emocionarse con tal nombramiento. Es inevitable que estos embates de
hoy, me recuerden la sombra de las operaciones sicológicas montadas
por la CIA y sus agentes internos en el Ecuador de los 60as, cuando
promovían desde las iglesias y lo religioso, el ataque y la
desestabilización a los nuevos vientos que soplaban en el país y el
continente.
La
oposición, en todo el continente, se nos presenta desideologizada,
sin embargo, a propósito de la figura de Guillermo Lasso (segundo en
las elecciones de febrero) Correa formula su deseo de que “en
este período tengamos una verdadera oposición democrática”.
¿Qué criterios permiten sostener esa expectativa?
Entiendo
muy bien y apoyo esa tesis del Presidente cuando la formuló, apenas
enterado del impresionante triunfo la noche del 17 de febrero.
Lo
que se desconoce en el exterior y por parte de “las verdaderas
izquierdas”, es que durante el tiempo de campaña, los sectores
más retardatarios no solo lanzaron sus ataques a Rafael, sino a
Guillermo Lasso, el candidato presidencial de CREO, endilgándolo de
“tibio” y “traidor”. Es esa misma extrema
derecha que asume desde el fundamentalismo el ataque de nuevo tipo
contra el gobierno en estos días, la que endilgó tales
calificativos contra Guillermo. Son los sectores más
ultra-derechistas, incluso en los medios oligárquicos como “El
Universo” y “El Comercio”, los que en la coyuntura electoral
llegaron a condenar sin disimulo a Guillermo Lasso, renegando de su
temperamento dialogal y su culta manera de comportarse en política,
distante y distinta de la conducta, de matones de barrio, de Lucio,
Noboa, Nebot o Bucaram.
Si
esto fuera Caracas, esos sectores serían caprilistas, contrarios a
todo diálogo y a toda moderación.
Aquí
tuvimos, y aún tenemos, una oposición mediocre, inculta,
fundamentalista y poco preparada, gansteril en sus métodos,
tristísima por su total falta de ética, lumpen por sus costumbres
consuetudinarias en el quehacer político. Hasta los jefes
editoriales de la prensa oligárquica, que se pretende que son gente
medianamente preparada, han hecho gala de escaso conocimiento y
gansterismo. En estos cinco años no tuvimos una oposición política
seria, sino caricatural, garrotera, golpista y cavernícola. No
tuvimos al frente un polo ideológico de ‘intelectuales orgánicos’
que representen mejor y bien sus posiciones, intereses y visiones del
mundo. Hoy eso sí se percibe, por fin, en Guillermo Lasso, un
adversario al cual se le respeta por ser, en efecto, distinto y
distante de aquella cultura politiquera de la vieja república.
Defenderá sus opciones y enfoques, obviamente, pero guardo la
esperanza de que él representará desde el 24 de mayo, la
inauguración de la oposición orgánica e intelectual conservadora a
la Revolución Ciudadana, con argumentos y conceptos serios y con
respeto caballeresco a las reglas del juego democrático. No es el
cavernícola coronel Mario Pazmiño, ni el inculto reptilíneo Lucio
Gutiérrez, ni el triste clown oligárquico Álvaro Noboa. No es
Capriles ni Uribe. En esa tesis, que no la entiende la ultraizquierda
interna y externa, coincido con el Mashi.
Recientemente
el presidente Rafael Correa notificó el inicio de las negociaciones
para su adhesión al MERCOSUR. Desde su perspectiva, ¿qué
importancia tendría para el país su inserción en ese bloque
comercial del Sur?
En
mi opinión, sería un hito más en la construcción de esa agenda
internacional soberana, integracionista y multi-polar que tanto ansié
que tuviéramos en el Ecuador. Correa ha hecho posibles muchos de
esos escenarios que elaboramos y por los cuales luchamos en una
década. Falta avanzar mucho más, por supuesto: me gustaría que en
breve nuestro Presidente fuera a Moscú y Pekín, los dos nuevos
polos del mapamundi que está por nacer en lo que queda de la década.
Desearía que estuviéramos en el MERCOSUR para evitarnos un tratado
de libre comercio asimétrico con la UE y el renovado imperio alemán.
Imagino verlo en Sudáfrica y la India, para trazar hasta allá la
línea ecuatorial, que desde Nuestra América la empezara Fidel y
continuara Chávez con el África y la gran nación de Gandhi. Y si
de soñar se trata, quisiera que un día, entre 2013 y 2017, el
Mashi reciba a los máximos representantes del herido y digno
Estado de Palestina.
Pero,
en el corto y mediano plazo, que Ecuador sume nombre y destino al
MERCOSUR, es un desafío y una utopía imposible de imaginar en la
era del colonialismo mental que nos tocó padecer con Mahuad, Gustavo
Noboa y el dúo Gutiérrez-Zuquilanda. Tan solo pensar que podríamos
formar parte del bloque económico (y geopolítico, he de insistir)
más fuerte del Sur del mundo, debería motivarnos a apoyar ese
esfuerzo y que, a la vez, debamos defender la consolidación temática
de la UNASUR, la cristalización comunicacional del ALBA (en
auxilio concreto, no discursivo, a nuestra lucha inminente por la
democratización de la comunicación, la tierra y el agua), y el
crecimiento acelerado de la CELAC en el concierto internacional de
naciones.
Creo
que una referencia para saber avanzar en el camino correcto, nos lo
da, paradójicamente, el reciente Informe de la CIA sobre Escenarios
globales hasta el 2030. Si no apostamos al mundo multi-polar, a la
alianza con China, Rusia, India, los países árabes, África, al
Mercosur y a la Patria Grande, todo el sacrificio de una década en
Ecuador y Latinoamérica, servirían de poco: volverían a mandar en
estas tierras los herederos de la doctrina Monroe.
Como
parte de la renovación del ejecutivo es notable la presencia de las
mujeres en el Parlamento. ¿Qué lecturas le podemos dar a este
hecho? ¿Podría tal vez ser una forma de enfocarse hacia la
violencia de género, una realidad histórica todavía patente a
pesar de los avances constitucionales y legales en ese orden?
La
feminización de la conducción parlamentaria y en la composición
del gabinete ejecutivo, pone contra las cuerdas a una oposición
mediática y social conservadora que siempre tiene respuestas
descreídas a todo. Si lanzamos el primer satélite al espacio, los
“huasicamas” del imperio, caricaturizan, amargados, el
inédito despegue del país hacia el futuro. Si la prensa europea
sostiene que Ecuador es “el nuevo jaguar de América”, los
“felipillos” de la burguesía caricaturizan, envenenados,
diciendo que el país no llega a tanto, solo a “danta” o “tapir”.
Si ahora tenemos tres mujeres al frente de la Asamblea Legislativa,
los “malinches” de los medios, caricaturizan, con odio en
el fondo, esta inédita experiencia política, citando que se trata
de “una treta”.
La
realidad histórica de relegamiento a la mujer, de discriminación de
género y de machismo marcado, evidentes en nuestra sociedad
patriarcal, son confrontadas así por una revolución política como
la nuestra, que envía mensajes de superación y ampliación de la
democracia, de feminización de la política y del ejercicio de
poder, y que ojalá, es mi deseo, coadyuve a sancionar al
feminicidio, delito que aumentó en el país, y a fortalecer las
políticas de inclusión, de igualdad de género y los derechos de
las mujeres.
“¿Una
revolución puede avanzar sin la participación de los sujetos
históricos y las comunidades sociales?” ¿De qué manera esta
pregunta esbozada por usted se cumple al interior del proceso
ecuatoriano?
He
sostenido lo contrario: “Una revolución NO puede avanzar sin la
participación de los sujetos históricos y las comunidades
sociales”. Creo que toda revolución, y más un proceso
revolucionario del siglo 21 donde las diversidades son su cualidad,
se mide por el grado de ejercicio participativo de su gente y por una
virtud escasa en toda revolución que no ensancha sus espacios: en
que no le tiene miedo a las comunidades, al pueblo, a la gente, y en
que abre ‘las anchas alamedas’ como dijo Allende, para la
participación directa, crítica y abierta de la sociedad movilizada.
Al neoliberalismo en retroceso y a la democracia minimalista de la
partidocracia, debemos anteponer más democracia participativa y
directa.
En
esa dimensión, en este proceso hemos conquistado muchos niveles,
canales y espacios de participación, desde antes de la
Constituyente, y luego de ella, amparados en la Constitución más
vital del planeta: la que consignó por vez primera que tuviéramos
derechos de la naturaleza, la silla vacía, el cuarto poder
ciudadano, los consejos sectoriales participativos, entre otros.
Obviamente,
dolorosamente en mi opinión, toda institucionalización de la
participación es inevitable, pero si se acartona y formaliza, se
corre el peligro de ‘formolizarla´, promoviendo el consentimiento
callado y obediente. Sin organización ni participación ‘ilegal y
ruidosa’, quiero decir sin la activa presencia de la gente, de las
organizaciones y militantes que están o nacieron con este proceso,
se ritualizan los espacios de movilización y los instrumentos de
participación. Y “una
revolución sin baile, no es una revolución”.
Las
organizaciones sociales comprometidas con este proceso han cometido
muchos errores, demasiados, en tan pocos años. Por eso opino que
tenemos por delante varios quehaceres, tanto las organizaciones
sociales, cuanto las comunidades, y también las militancias, PAIS,
los CDRs, los funcionarios revolucionarios, el Ejecutivo y el
Legislativo, el Gobierno en sí:
-
Construir un Eje Nacional de la Revolución Ciudadana que amplíe la
participación social y garantice la continuidad del proceso.
-
No dejar solo al Mashi en su tesis de que es necesario asumir
la autocrítica (y la crítica añadiría yo) para revolucionar la
revolución. Es crucial acompañarlo, defenderlo y ayudarlo a
profundizar la revolución.
-
Saber que los procesos revolucionarios del siglo 21 son como ríos, y
un río trae de todo: no puede mirarse ese río como “izquierda
y derecha”. Se debe entender que lleva y concentra al ‘todo
nacional’, que fue fragmentado en la era neoliberal.
-
Estar conscientes que ésta es una ventana de oportunidad histórica
de un pueblo: no podemos desperdiciarla ni dejar que la desperdicien
nuestras propias autoridades, ministros, funcionarios, técnicos,
militantes y medios públicos.
-
Impulsar la movilización permanente de todos los actores
comprometidos con este proceso: una revolución que se profundiza, no
lo hace desde la inercia y la inmovilidad. No se puede movilizar la
gente solamente cada 30 de septiembre, cada 17 de febrero y cada 1º
de mayo.
-
Hay que dotar de seguridad a los cuadros dirigentes, tanto en el
Estado cuanto en las comunidades y militancia, porque estimo que la
reacción más violenta buscará golpear selectivamente y escalar a
nuevos escenarios la confrontación entre el 2013 y 2017.
-
Alentar la organización popular lo más masivamente que se pueda. Es
crucial construir “las otras Ciudades Yáchay”. Abajo y
arriba, al este y al oeste, al norte y al sur, hay que constituir los
epicentros de los otros conocimientos, de las
sabidurías populares, de las experticias militantes y
de las experiencias de formación política, organización,
historia y vida, valiosas y potentes que tenemos en un pueblo tan
ejemplarmente insurrecto como el nuestro, reivindicando las venidas a
menos ciencias sociales, los espacios de discusión en calles e
instituciones, espacios que pudimos abrir en la efervescente etapa
pre-revolucionaria de noviembre de 2004 a abril de 2005. Las amas de
casa dialogaban sobre política petrolera del país en asambleas
barriales; los trabajadores discutían la Constituyente en las
empresas estatales; los y las “guambras” (quichuismo por jóvenes)
reivindicaban el sexo, el baile y el humor como ejes nodales de la
lucha contra la vieja república, y los activistas conspirábamos en
público para derribar al viejo régimen.
Ese
“ambiente” revolucionario debe respirarse, otra vez, cada vez
más, superando el “te doy haciendo” al que a veces están
acostumbrados los funcionarios y militantes. Parafraseando a “V”
(el héroe del famoso film) “el pueblo no teme a los cenáculos que
desconfían de la gente; son ellos los que temen a la ciudadanía
revolucionada”.