El
chavismo busca hacer de estos comicios un referendo sobre la
continuidad de su proyecto
Intenta
la oposición apropiarse del mito Chávez y enfrentarlo a Nicolás
Maduro
Organiza
la operación mediática Juan José Rendón, especialista en campañas
negativas y guerra
sucia
Nevado
husmea los
pies de los visitantes del
Cuartel de la Montaña. Su cuerpo está
cubierto con un chaleco con la imagen de una bandera venezolana y un
rótulo: Guardia Nacional Bolivariana CR-5. Un elemento del Comando
Regional número 5 lo cuida.
Nevado
es
un perro blanco de manchas cafés, de raza macuchíes, originaria de
Venezuela, que el 15 de marzo acompañó, durante más de 12
kilómetros, el cortejo que trasladó los restos de Hugo Chávez
desde los Próceres hasta el Cuartel de la Montaña. La milicia lo
adoptó y desde entonces lo cuida.
Nevado
fue
así nombrado en honor al can que siguió a Simón Bolívar a través
de varios países durante la guerra de Independencia de la corona
española, que murió atravesado por una lanza en la Batalla de
Carabobo, en la que se abrieron las puertas de la independencia a
Venezuela.
En
el Cuartel de la Montaña, al lado de Nevado,
acompañado por una hilera de banderas latinoamericanas, se encuentra
el féretro del comandante, con una flor de los cuatro elementos,
diseñada por el artista venezolano Fruto Vivas, que le sirve de base
y una escolta que hace guardia. A su lado, hay una sobria capilla con
dos imágenes de Chávez sonriendo, las palmas del Domingo de Ramos,
un Cristo y una Virgen de la Rosa Mística.
El
Cuartel de la Montaña, donde estuvo la Academia Militar de
Venezuela, tuvo especial importancia para Hugo Chávez. Desde allí
dirigió el intento de levantamiento cívico militar el 4 de febrero
de 1992, y desde allí asumió la responsabilidad de su fracaso.
Culto
laico
El
cuartel se ha convertido en uno de los destinos más visitados de
Caracas. Cada día miles de personas hacen largas colas para despedir
al comandante. Le rezan, le llevan flores y velas, le lloran.
Las
procesiones al Museo Histórico de la Revolución son parte del
inicio de un culto laico al mandatario, que comenzó el mismo día de
su muerte, cuando el cielo de Caracas se pintó de rojo. Fuera de las
iglesias y calles han comenzado a venderse estampas y bustos suyos.
Celosa
de la competencia, pero prudente ante el dolor de los fieles, la
jerarquía religiosa llamó a no confundir lo humano con lo divino.
El pasado Miércoles Santo, el cardenal Jorge Urosa Sabino advirtió
en su sermón: La
religión católica no es guiada por un ser humano cualquiera o
líder, sino por Jesús. No se trata de ningún líder social ni
líder político ni artista, se trata del mismo Dios hecho hombre.
Nuestra santa religión está basada en Jesucristo, en Dios, y no
podemos rebajarlo a la condición de una persona humana cualquiera.
Para que no quedara duda, remató: No
se puede igualar a Jesucristo con ningún gobernante ni persona por
más amor que se le profese,
por lo que hay que rechazar cualquier
nivelación de Jesucristo con personalidades humanas.
La
fuerza del mito es tan grande que ni siquiera la oposición que lo
maldijo durante más de 14 años puede escapar de la seducción del
comandante después de muerto. Un país que, como ha dicho el
escritor Luis Britto, volvió sus ojos hacia los ídolos privados y
tuvo en campeones de boxeo, misses,
beisbolistas, motociclistas e ídolos de la canción a los
venezolanos con mayor fama nacional e internacional, en lugar de
libertadores y filósofos de la educación que fueron su sello en el
pasado, encontró con Hugo Chávez un nuevo lugar en el mundo. Con él
se recuperó no sólo el petróleo y la soberanía nacional, sino el
aparato consagrador de mitos.
Así
lo reconoció Guillermo Aveledo, coordinador del bloque opositor Mesa
de la Unidad Democrática. “Nuestro candidato, Henrique Capriles
–dijo– ya no tendrá como adversario a un mito político
como Chávez. Se trata de una relación entre iguales.”
Como
parte de esta operación de disputa por el legado del fundador de la
quinta República, Capriles, el candidato opositor que fue derrotado
por Chávez en las elecciones de octubre pasado por más de 11 puntos
de diferencia, que ahora busca enfrentarse en las urnas al heredero
del fallecido presidente, declaró, a pesar de que una y otra vez lo
vilipendió y ofendió en vida: Fuimos
adversarios, nunca enemigos.
Lo cierto es que a pesar de ser su acérrimo enemigo, Capriles había
tratado ya de apropiarse de buena parte del discurso de Chávez
cuando éste todavía estaba al frente del Estado. A pesar de ser el
candidato de la derecha, durante 2012 habló, por ejemplo, de
socialismo y de continuar los programas sociales conocidos como
Misiones (institucionalizándolas y dándoles una buena
administración).
Pero
no se crea que el reconocimiento opositor de la herencia del
comandante proviene de una genuina aceptación de su trascendencia
histórica, o de que no hay muerto malo, o de un tardío
arrepentimiento. No, sus intereses son estrictamente electorales. Lo
que está en marcha, por más descabellado que parezca, es una enorme
operación político mediática para apropiarse del mito Chávez y
enfrentarlo a Nicolás Maduro.
Ejemplo
de ello es lo que el artículista opositor Andrés F. Schmucke G.
escribió en El
Universal:
Valga
aquí la confesión, debo decir que extraño a Chávez, y creo que la
mayoría de la oposición también lo extraña. Chávez era un tipo
con una personalidad magnética, cantaba, bailaba, echaba cuentos, le
decía a su esposa que le iba a dar lo suyo e impulsaba a las mujeres
embarazadas a darle la teta a sus muchachos... Todo lo contrario a
Nicolás Maduro.
El
mimetismo de la oposición con el follaje chavista, o más bien, el
intento por despojarlo de sus símbolos, la ha llevado a nombrar a su
comando de campaña como Simón Bolívar, el prócer patrio
inspirador de Chávez, y a dar el banderazo de salida de su cruzada
por el voto en el estado de Barinas, donde nació el comandante.
Inventen
lo que inventen, no podrán detener el huracán bolivariano en
Sabaneta, cuna de Chávez, y luego en ciudad de Barinas,
respondió el ministro de Comunicación, Ernesto Villegas.
El
anuncio de que Capriles arrancará su gira electoral en la ciudad
natal de Chávez y su pretensión de presentarlo como el hombre de
los cubanos en Venezuela, sentó mal a su sucesor. “Viene aquí
–dijo hoy en Barinas durante la juramentación de su comité de
campaña– a generar violencia, es un muchacho caprichoso, un
burguesito caprichoso, inmaduro”. Añadió: La
campaña contra Cuba es igualita a la campaña que se hacía contra
los judíos en la Alemania de Hitler... Los herederos de Hitler
dirigen una campaña en Venezuela contra el pueblo de Cuba.
Según
denunció el mismo Villegas, el responsable de esta estrategia
es un viejo conocido de los políticos mexicanos y del PRI: Juan José
Rendón. Publicista y sicólogo, venezolano, vestido siempre de
negro, experto en distorsionar la realidad, asegura que su vocación
es hacer
presidentes.
Especialista en campañas negativas y guerra
sucia,
colaboró en la segunda elección de Carlos Andrés Pérez. Ahora,
regresa a su país después de una larga ausencia, después de que en
2004 dirigió fallidamente el referendo revocatorio que buscó
destituir a Chávez. Al perder, organizó una ruidosa ofensiva
publicitaria que denunció fraude, a pesar de que el ex presidente
estadunidense Jimmy Carter avaló la justeza y transparencia del
comicio.
La
influencia de J. J. Rendón ha causado cambios notables en Capriles.
El candidato opositor se ha vuelto mucho más agresivo y frontal.
Además de tratar de apropiarse de la simbología chavista, externa
dudas sobre las fechas y las circunstancias de la muerte de Chávez
(lo que hirió profundamente la sensibilidad de los familiares y los
dolientes del mandatario), cuestiona el uso de su imagen y el manejo
político de su funeral. Quiere fijar la agenda, llevar la iniciativa
y movilizar a unos seguidores desinflados por dos sonoras
derrotas en menos de seis meses. Presenta su lucha como una cruzada,
se envuelve en la bandera nacional y e insulta a Maduro llamándolo
toripollo,
esto es, alguien con cuerpo de toro y mente de pollo, una persona
grande, robusta pero con su comportamiento inmaduro.
Capriles
necesita desesperadamente persuadir a sus simpatizantes de que tienen
que salir a votar y que el rival que está enfrente de ellos es
Nicolás Maduro y no el comandante. Es una cuestión de vida o muerte
política. Si no lo hace, su futuro político tiene los días
contados. Por eso, sus publicistas, a pesar de lo que marcan las
encuestas, tratan de convencer a sus simpatizantes de que si logran
reproducir lo sucedido el pasado 7 de octubre, y van 7 millones de
personas a votar, pueden ganar las elecciones del 14 de abril, pues,
históricamente, el chavismo siempre disminuyó su votación cuando
el fallecido mandatario no compitió en los comicios.
Capriles,
asesorado por Rendón, quiere enfilar las baterías no contra el
difunto presidente, sino en contra del candidato. Por eso, una y otra
vez, dispara: No
te escondas, no te disfraces, Nicolás. No es Chávez, eres tú.
Por
el contrario, la intención del chavismo es hacer de estos comicios
un referendo sobre la continuidad de su proyecto y el legado de su
líder. Así, Maduro responde a Capriles, ante las carcajadas de sus
seguidores, que el
pelucón
(en alusión al gusto de la aristocracia conservadora por las
pelucas) está obsesionado con él.
La
presencia de Rendón en la campaña de
Capriles anuncia que cualquier
cosa puede pasar durante y después de la contienda electoral. La
posibilidad de que la oposición se retire antes del 14 de abril o
que denuncie fraude y desconozca los resultados después de los
comicios no es algo improbable. Ya lo hizo en 2004. Nada garantiza
que no lo repita en 2013.
tratto da
la jurnada
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